martes, 26 de marzo de 2013

La importancia de la música




La música es una de las expresiones más fabulosas del ser humano, ya que logra transmitir de manera inmediata diferentes sensaciones que otras formas de arte quizás no pueden. La música es un complejo sistema de sonidos, melodías y ritmos que el hombre ha ido descubriendo y elaborando para obtener una infinidad de posibilidades diferentes. Se estima que la música cuenta con gran importancia para el ser humano ya que le permite expresar miedos, alegrías, sentimientos muy profundos de diverso tipo. La música permite canalizar esos sentimientos y hacer que la persona alivie sus penas o haga crecer su alegría dependiendo del caso.

Tal como sucede con muchas otras formas de expresión cultural, la música es una manera que tiene el ser humano para expresarse y representar a través de ella diferentes sensaciones, ideas, pensamientos. Así, la música es de vital importancia no sólo por su belleza y valor estético (ambos dos elementos de suma relevancia en lo que respecta al acervo cultural de una comunidad o de una civilización), sino también como soporte a partir del cual el ser humano se puede comunicar con otros y también consigo mismo (ya que la música puede ser disfrutada tanto social como individualmente).

Otra razón de por qué la música es importante es que la misma es un fenómeno que permite conocer no sólo al individuo o grupo de individuos que la componen sino también a las personas que la disfrutan, pudiendo entonces reconocer sus preferencias, su tipo de carácter, su forma de expresión o sus preocupaciones debido a que todos estos elementos se ven plasmados en el estilo musical, en la letra, en la melodía, etc. Así, la música puede ser fácilmente un símbolo cultural que establece estándares no sólo individuales si no también sociales respecto de los grupos que siguen a tal o cual música y que ven en ella representadas sus características más relevantes.

Vindicación del libro


La consideración de la biblioteca como ámbito casi religioso,  como refugio o templo donde el hombre halla abrigo en su andadura huérfana por la tierra, la expresa, quizá mejor que nadie, Jean-Paul Sartre, en su hermosísima autobiografía Las palabras, donde comparece el niño que fue, respaldado por el silencio sagrado de los libros: "No sabía leer aún, y ya reverenciaba aquellas piedras erguidas -escribe Sartre con unción-: derechas o inclinadas, apretadas como ladrillos en los estantes de la biblioteca o noblemente esparcidas formando avenidas de menhires. Sentía que la prosperidad de nuestra familia dependía de ellas. Yo retozaba en un santuario minúsculo, rodeado de monumentos pesados, antiguos, que me habían visto nacer, que habían de verme morir y cuya permanencia me garantizaba un porvenir tan tranquilo como el pasado". Esta quietud callada y a la vez despierta de los libros, esta condición suya de dioses penates o vigías del tiempo que velan por sus poseedores y abrigan su espíritu los convierte en el objeto más formidablemente reparador que haya podido concebir el hombre.

El libro, en apariencia inerte y mudo, nos reconforta con su elocuencia, porque entre sus páginas se aloja nuestra biografía espiritual; y es esta capacidad suya para invocar los hombres que hemos sido es lo que lo convierte en nuestro interlocutor más valioso y ajeno a las contingencias del tiempo.

Yo también puedo decir con legítimo orgullo que "los libros fueron mis pájaros y mis nidos, mis animales domésticos, mi establo y mi campo", como escribe Sartre en algún pasaje de su autobiografía. También para mí la biblioteca ha sido, como para Sartre, "el mundo atrapado en un espejo"; también para mí la lectura ha sido una vocación de permanencia que ha exaltado y consolado mis días. Por eso contemplo con cierto preocupado escepticismo esas proclamas más o menos elegíacas que nos hablan de la muerte inminente de estos compañeros del alma. Los profesionales de la catástrofe y los apóstoles del progreso coinciden en afirmar que los avances en el ámbito de las comunicaciones electrónicas acabarán expoliando ese templo tan costosamente erigido a lo largo de los siglos. Jamás he participado de esta visión fatalista y lúgubre; como Humberto Eco, pienso que las nuevas tecnologías están difundiendo una nueva y pujante forma de cultura, pero se muestran incapaces de satisfacer todas nuestras demandas intelectuales.

La comunicación electrónica viaja por delante de nosotros, se adelanta a nuestras inquisiciones, procurándonos un copioso caudal de información; los libros, en cambio, viajan con nosotros y acicatean nuestras pesquisas, deparándonos el difícil venero del conocimiento. Precisamente porque no ofrecen soluciones rápidas e instantáneas, precisamente porque estimulan nuestra curiosidad perenne, tienen la supervivencia garantizada.

Habría que analizar sin ofuscaciones jeremíacas, junto a sus ventajas utilitarias innegables, los perjuicios o pérdidas que nos inflige la lectura electrónica. La digitalización de textos, las redes y foros interactivos han conseguido liberarnos de las "ataduras" del libro; de este modo, la lectura electrónica se ha convertido en una especie de "simultaneidad textual" que inculca un sentido fragmentario de la realidad, repudia las elaboraciones abstractas, disminuye nuestra capacidad retentiva y mutila nuestra percepción de la historia. También devalúa nuestra especial actitud ante el lenguaje; a nadie se le escapa que las palabras leídas o escritas en la pantalla de un ordenador (palabras cambiantes que se desvanecen o actualizan sin cesar) poseen un estatuto menos estable que las palabras inamovibles de un libro. La comunicación electrónica niega el carácter ritual y perdurable del lenguaje, que es como negar sus posibilidades como vehículo para transmitir conocimiento, relegándolo a una mera condición vicaria de transmisor de informaciones. Así se alcanza ese estadio pavoroso de depauperación lingüística, donde las arquitecturas sintácticas se desploman y los matices de la expresión -la ironía y la metáfora, la argumentación y el ingenio verbal- son suplantados por un rudimentario conglomerado del que ha desertado la belleza.

Existe, además, una razón primordial por la que el libro mantendrá siempre su supremacía sobre la lectura electrónica. Se trata de su condición de abrigo para el espíritu, de esa especial disposición para trascender y explicar el tiempo y garantizarnos "un porvenir tan tranquilo como el pasado". Cada vez que nos asomamos a un libro, escapamos de un mundo aturdido por la banalidad y el vértigo para lanzarnos a la conquista de otro mundo más verdadero y postular una realidad enaltecedora. La peculiaridad de esta conquista consiste en que no se trata de un mero ejercicio de evasión, pues -como muy bien entendió Proust- la lectura deja libre la conciencia para la introspección reflexiva. Al leer no nos limitamos a absorber contenidos, a estimular nuestras dotes imaginativas o a mejorar nuestras habilidades verbales; por el contrario, regresamos a nuestro mundo aturdido por la banalidad y el vértigo con una cosecha de iluminaciones que irradian su influjo sobre la realidad y nos enseñan a ser mejores. Este viaje de ida y vuelta, además, nos hace dueños de nuestro propio tiempo, de nuestra duración en la tierra; la aventura de leer un libro nos proporciona el incalculable gozo de aprehender y comprender nuestra vida, no sólo los acontecimientos que poblaron su pasado, sino también los que otorgarán su argumento al incierto y multiforme futuro. Esta sensación de clarividencia explica, por ejemplo, ese curioso fenómeno que todo lector verdadero ha experimentado: con frecuencia nos ocurre que tratamos de evocar en vano el asunto de un libro que nos hizo felices en el pasado, y, sin embargo, ¡cuán vívidamente recordamos el estado de ánimo, el clima espiritual en que la lectura de dicho libro nos instaló, proyectándose como una reminiscencia hacia el futuro!

Creo, con cierta certeza, que esta compleja y hermosa forma de clarividencia, este sutilísimo consuelo espiritual que alumbra nuestros días sólo nos lo puede procurar un libro, jamás un artilugio electrónico. Quizá porque, como decía al principio, el libro es un objeto sagrado que nos habita por dentro y nos vincula religiosamente con la vida. Sabemos que los israelitas condenados al destierro custodiaban el rollo de pergamino del Torah en el Arca de la Alianza, un receptáculo portátil que reproducía en miniatura el templo de Salomón. Los libros siempre han propendido a ocupar un recinto sagrado; no me refiero ya a las populosas y exactas bibliotecas, sino al recinto más sagrado del alma humana. Puedo concebir, en un esfuerzo de la imaginación, una utopía funesta como la que ideó Roy Bradbury, en la que los libros hayan sufrido persecución y alimentado el fuego, como pájaros asesinados, para sobrevivir instalados en la memoria agradecida de unos pocos hombres libres. No puedo concebir, en cambio, a un hombre libre deshabitado de libros; sería tanto como imaginarlo desposeído de alma, extraviado en los pasadizos lóbregos de un mundo que no comprende.

Juan Manuel de Prada

lunes, 25 de marzo de 2013

SONETO DE AMOR



Aquel entendimiento que callaba
tiene toda la voz que no tenia,
y aquella voluntad que estaba fría
tiene todo el calor que le faltaba.

Aquel entendimiento que ignoraba
tiene la ciencia de que carecía,
y aquella voluntad que no quería
tiene el deseo que necesitaba.

Porque para que el uno se levante
del sueño en que vivía sumergido
es suficiente con que yo te cante.

Porque para aquella que no se muera
de la muerte que hubiera padecido
es suficiente con que yo te quiera.


domingo, 24 de marzo de 2013

Semana Santa: Un tiempo para reflexionar


Muchas personas de seguro aprovecharan esta semana santa para irse de vacaciones y descansar. Otros  se divertirán ingiriendo bebidas alcohólicas, en las discotecas y un sin fin de motivos más para aprovechar estos días libres al máximo. Pero, ¿es ese la verdadera finalidad de este periodo? Hay personas que ni siquiera saben que significa la semana santa.

Semana santa es un período de reflexión y oración, es entender por qué padeció y murió Jesús. Es para hacernos un análisis a nosotros mismos, ver que estamos haciendo mal y mejorar. Es un espacio para despojarnos todo aquello que nos une a este mundo carnal. Es un tiempo para crecer espiritualmente. Es para conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

Comparto con ustedes una experiencia personal de una de mis semanas santas anteriores: La primera vez que fui a un triduo pascual, fue a mis quince años, iba hacer el sacramento del bautismo y la primera comunión. Anteriormente, este tiempo era para mí eran días de vacaciones. No sabía la importancia y el significado de la semana santa hasta que me bautice. Para mí fue una experiencia única, porque fue un momento de reflexión, de oración y de gozo.

Finalmente, les reitero que disfruten de forma adecuada la semana santa. Siempre hay tiempo para todo. Les exhorto que en este tiempo puedan participar de la pasión, muerte y resurrección de nuestro señor Jesús y reflexionen al respecto.

martes, 19 de marzo de 2013

(Poema) Palabras

Palabras con aroma amargo
Que se manifiestan con color a sufrir
Alimentadas de desesperanzas y decepciones
Anhelando volver a empezar a vivir

Buscando un camino a la felicidad
Esperando olvidarme del pasado
Buscando alejarme de la soledad
Pero sin desear volver a estar a tu lado

Dalma Moya


jueves, 14 de marzo de 2013

Lengua oral y lengua escrita


Simple y llana definición, que aporta a la buena comunicación:

Lengua oral: Es la forma más eficaz de comunicación humana porque se apoya en elementos extralingüísticos como:
° Gestos y ademanes.
° Sonidos adicionales de la palabra.
° Tono de voz.  

Lengua Escrita: Esta enriquece el habla. Al solo contar con palabras y signos de puntuación, necesita precisión, claridad y corrección gramatical.

Diferencias:
Lengua Oral                                                         
1. Utiliza Sonidos.                                               
2. Se apoya en elementos extralingüísticos            

3. Es el medio más espontáneo y eficaz de comunicación.
4. Está en constante cambio.                                

Lengua Escrita
1. Utiliza signos.
2. Se apoya en reglas gramaticales y sintácticas.
3. Es el medio de precisión que forma y enriquece el habla.
4. Es perdurable.  

viernes, 8 de marzo de 2013

De la vista nace el aprendizaje.


¡Qué hermoso es ver! Captar los colores, las formas, los espacios. En realidad, el ojo es el instrumento para este maravilloso fenómeno que solo involucra diez por ciento del  proceso. El restante noventa por ciento ocurre en el cerebro, en la parte posterior: el lóbulo occipital.

Cuando somos bebés experimentamos el mundo tocando y viendo. Cuando veíamos algo inmediatamente queríamos tocarlo, pues tocar permite también conocer su dimensión, textura, línea e incuso color (recordemos que cada color posee una diferente vibración). 

Las imágenes penetran por nuestros ojos y se invierten hacia atrás mientras entran por el nervio óptico y a través del quiasma óptico se dirigen del tálamo al lóbulo occipital donde la visión primaria es procesada. la visión completa se produce cuando la información de todos los lóbulos cerebrales ha sido accesada. 

Por tanto, es el cerebro el que componen la tercera dimensión, integrando la información que proviene de cada ojo y ajustándola de una manera sorprendente. Dan Dyckman y Mike Bielinsky han logrado crear por computadora los famosos cuadros de tercera dimensión que ayuda al cerebro a crear dicha dimensión.

En consecuencia, aprendemos viendo ¡Qué gran oportunidad para elegir también qué imágenes queremos llevar a nuestro cerebro, qué imágenes provocamos en los demás  cuáles se quedaran, frecuentemente  para siempre en el cerebro del otro!

Luisa M. Ibarra (Neurolingüista mexicana).

lunes, 4 de marzo de 2013

La coherencia y la cohesión

Para que un texto sea tal, es necesario que tenga unidad de sentido y de forma, es decir, que las palabras y oraciones que lo componen estén relacionadas entre sí.
La coherencia y la cohesión son los elementos que tejen estas relaciones entre unidades del lenguaje, lo que quiere decir que todo texto, para ser considerado como tal, debe ser coherente y cohesivo.

Coherencia: es la relación logica entre las partes o elementos de algo sin que se opongan ni contradigan entre si. Un texto es coherente si en el encontramos un desarrollo preposicional lógio, es decir, si en sus proposiciones mantiene una estrecha relación lógico semántica.

Cohesión: se refiere al modo como los componentes de la estructura de un texto están íntimamente conectados con la secuencia. Se le ha relacionado con el éxito en la comprensión de lectura, con la capacidad de resumir y recordar textos y con el procesamiento de la información.

domingo, 3 de marzo de 2013

La Adecuación


Según Beaugrande y Dressles (precursores del criterio de la textualidad y escritores del libro "introducción a la lingüística del texto") la adecuación es ese equilibrio que consigue un texto entre: que tan actualizado se encuentre partiendo de los criterios de textualidad y la satisfacción que este posee hacia las demandas comunicativas.

  1. Adecuación gestual: Cuál es el gesto más adecuado en cada momento.
  2. Adecuación lógica: Transmitir mensajes coherentes.
  3. Adecuación temática: Para dar a entender este, tomamos como ejemplo, la falta de seriedad en el tratamiento de un tema delicado, la cual puede producir un rechazo por parte de los interlocutores debido a la falta de sensatez del emisor.
  4. Adecuación situacional: Situaciones formales o Situaciones informales.
  5. Adecuación sociolingüística: Es la forma de contestar que requiere cada espacio, situación, lugar o receptor al que nos dirigimos.
  6. Adecuación discursiva: El qué tan competente es la organización y la secuencia de un discurso
Todos combinados en una misma sociedad generamos sensatez, paz y justicia.